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Japón, País de Contrastes

Pocas civilizaciones han logrado armonizar fascinantes y misteriosas tradiciones centenarias con la más rabiosa modernidad tecnológica como la nipona. El Japón mítico de los torneos de sumo, de los bailes de las famosas geishas o del teatro ‘kabuki’, se entremezcla con la arquitectura de vanguardia y las nuevas tecnologías de una forma tan natural que dejará impresionado al viajero durante una visita, mejor dicho una experiencia, que no olvidará jamás.

Porque Japón tiene de todo y para todos. Desde la moderna y vertiginosa arquitectura vanguardista de los barrios de Ginza o Shinjuku en Tokyo hasta la simplicidad tradicional del Palacio Imperial de Kyoto; desde solemnes peregrinajes que recorren a pie, como antaño, un total de 88 templos budistas, a divertidos cruceros en embarcaciones futuristas que surcan el río Sumida; desde la belleza natural y ominosa del monte Fuji, a la más avanzada tecnología ideada por la mente humana; desde la introspección de la meditación zen, a la explosividad incontenible del manga y el anime; desde la extravagancia total a la contención absoluta…

Pero Japón es sobre todo la cuna del ‘omotenashi’, un concepto cuya traducción se queda corta en su intento de abarcar la realidad del mismo, su auténtico significado. ‘Omotenashi’ es hospitalidad, sí, pero es ante todo intentar que la otra persona se sienta a gusto, el cuidar esos pequeños detalles que convierten las interacciones humanas en placenteras experiencias, es dar en definitiva y de forma desinteresada algo de uno mismo por el bien de otra persona. Es una de esas cosas que, como se dice popularmente, “solo se ve en Japón». 

¿A qué esperas para vivirlo?

Tokyo, a la vanguardia


Las palabras no alcanzan a definir una ciudad como Tokyo. Moderna, excéntrica, inigualable, extravagante, atractiva, disparatada, divertida, solemne, tradicional, inabarcable… Todos los términos se quedan cortos para describir a esta vibrante urbe de 13 millones de habitantes que, a pesar de liderar la vanguardia tecnológica y la modernidad urbanita en todos sus ámbitos, guarda un alma tradicional inextinguible que convierte a Tokyo en una amalgama de contrastes que solo puede ser vivida y no contada. Solo aquí conviven jóvenes con los más excéntricos atuendos con otras que visten el tradicional kimono; solo aquí gigantescos y ominosos rascacielos comparten las calles con barrios de casas de madera al más puro estilo antiguo; solo aquí mercados enormes ofrecen las más variadas y coloridas materias primas, mientras unas calles más allá las tiendas venden el último grito en tecnología o las últimas novedades en el mundo del ‘manga’. Porque Tokyo condensa entre sus calles y avenidas lo que es el propio Japón, un lugar de contrastes.

Uno de los atractivos más importantes de la capital nipona es que probablemente puedas hacer cosas que no podrías hacer en cualquier otro lugar del mundo, y eso es mucho decir. ¿Acaso se podría asistir en otra ciudad del globo a espectáculos con bailarinas- robot? ¿O acudir a bares y restaurantes donde las camareras van disfrazadas de criadas, de gatitas o de conejitas, donde se pueden degustar viandas con las más disparatadas formas, o donde te harán sentir como un auténtico luchador de sumo? ¿Y qué tal ver en directo los cojines ‘brazo de novio’, diseñados para sustituir a un compañero masculino por otro digamos que más silencioso? ¿Y dormir ‘encerrado’ en un hotel-cápsula como si estuvieses prácticamente en una nave espacial? ¿O conocer lo que te espera en el futuro en un templo sintoísta? Porque lo tradicional y lo moderno se dan la mano en Tokyo como en ningún otro lugar del mundo. Y eso hay que verlo y disfrutarlo.

Kyoto, ciudad imperial


Entre los años 794 y 1868, Kyoto fue ni más ni menos que la capital de Japón, lo que ha dejado en la ciudad un excepcional y variado legado en los ámbitos de las artes, la cultura, la religión o las ideas. Cada paso que das en el Kyoto más tradicional te descubre un nuevo tesoro arquitectónico en forma de castillo, palacio, templo, santuario o jardín, como el suntuoso castillo Nijo, residencia del unificador nipón Tokugawa Ieyasu; las 1.001 estatuas de madera dorada del templo Sanjusangendo: los pilotes también de madera que sustentan el templo Kiyomizu; los jardines paisajísticos minimalistas del llamado Pabellón de Platael templo Ginkakuji; la misma Villa Imperial Katsura, considerada una joya de la arquitectura; el afamado y reluciente Pabellón de Oro, el templo Kinkakuji, y su simplista contraste, el templo Ryoanji; y así un largo etcétera que sin duda hará las delicias del visitante ávido por descubrir y desentrañar los secretos de la cultura centenaria japonesa. 

Pero sin duda, uno de los focos de atracción más relevantes de la antaño capital imperial se concentra en el barrio Gion, un lugar ideal para descubrir el teatro, las artes tradicionales y, como no podía ser de otra manera, a las ‘Maiko’, aprendices de ‘Geisha’, pero cuya recargada apariencia se ha convertido en el estereotipo de la geisha para los occidentales. Allí, los restaurantes de estilo antiguo están decorados de forma exquisita, contribuyendo al ambiente refinado del barrio.

Además, Kyoto ofrece la posibilidad de experimentar, de vivir y sentir y no solo de ver el Japón mítico, con sus torneos de sumo o el teatro ‘kabuki’. Dormir en un templo con un jardín zen, vestir un kimono, tomar lecciones en arreglos florales, asistir a una sesión de meditación o a una ceremonia budista, son solo algunas de las muchas y variadas posibilidades.

Osaka, un destino de variedad


La tercera mayor ciudad de Japón, Osaka parece querer sacudirse continuamente las alargadas sombras de Tokyo y Yokohama y diferenciarse de ellas, para labrarse por derecho propio un lugar entre los destinos más atractivos, entre los principales focos de atracción del país del Sol Naciente ¡Pero si hasta posee su propio dialecto del japonés! Con proyectos vanguardistas como el ‘edificio del cielo’ Umeda, que simula una ciudad flotante; el espectacular acuario de Osaka, uno de los más grandes del mundo; o sus numerosos parques temáticos, como el Universal Studios Japan o Expoland, atraen año tras año a un creciente número de turistas que aunque atraídos por los cantos de sirena de la tecnología nipona, también podrán disfrutar del amplio legado histórico que atesora este bullicioso puerto moderno, famoso precisamente por su teatro ‘kabuki’ y por su ‘bunraku’, el teatro de marionetas tradicional. Por no hablar de su espectacular castillo, una de las atracciones turísticas más visitada de Japón. Porque Osaka es precisamente, variedad al poder.

Nagasaki, la Cosmopolita


La ciudad de Nagasaki es mucho más que el segundo lugar de Japón y del mundo donde explotó una bomba atómica, que es por lo que es más tristemente conocida. De hecho, durante los 300 años de cierre de fronteras del país al exterior, un periodo de aislamiento bautizado como ‘sakkoku’, esta urbe situada en la costa oeste de la isla de Kyushu fue el único puerto de acceso para los bienes, ideas y cultura provenientes de occidente. Desde entonces, Nagasaki mantiene una atmósfera muy cosmopolita y abierta a las influencias externas, dotando a la ciudad de un mestizaje cultural entre oriente y occidente que se pone de manifiesto tanto en los vestigios históricos como en el arte, la artesanía o los festivales populares.

Hiroshima, mirando al futuro


A las 8:15 de la mañana del 6 de agosto de 1945, la ciudad de Hiroshima cambió para siempre. A partir de esa fecha pasó a tener el dudoso y trágico honor de ser el primer objetivo civil de la por entonces incipiente energía nuclear y sus aplicaciones militares, una espantosa bomba que redujo a polvo y cenizas a la orgullosa urbe de Hiroshima, un apocalíptico suceso que se mantiene imborrable en la mente de la raza humana. Por supuesto, la ciudad ha dedicado gran parte de su legado monumental a rememorar este terrible evento, con constantes recuerdos a las miles de víctimas, verdaderos protagonistas de una de las páginas más negras de la humanidad. Sin duda, un lugar sobrecogedor.

Pero Hiroshima es más que el funesto recuerdo de una guerra pasada y no deja de mirar al futuro. Hiroshima también es el radiante colorido de sus festivales dedicados a las flores, que con su exotismo y diversión parecen querer exorcizar un dolor que se mantiene vigente; Hiroshima es también imponentes castillos y fortalezas de la época feudal, donde diversos acontecimiento fueron partícipes del futuro de Japón; Hiroshima es también espectaculares jardines donde tomar el té o dar un tranquilo paseo. Hiroshima es más que aquel 6 de agosto pero sí, también siempre será aquel 6 de agosto…

Matsuyama, el espíritu de Japón


Matsuyama se trata, sin lugar a dudas, de uno de los secretos mejor guardados de Japón. Situada en la isla Shikoku, esta ciudad, aunque mucho menos conocida para el público occidental frente a Tokio, Kyoto o Hiroshima, destaca como uno de los destinos más espirituales y relajantes no sólo de la geografía nipona sino de todo el globo, gracias a sus decenas de templos y fuentes termales que te harán sentir en la gloria. Una experiencia revitalizadora para el cuerpo y el alma.

Pero la ciudad más grande de Shikoku, no solo es un lugar apreciado por sus templos, santuarios y termas, pues no en vano existe una famosa peregrinación que abarca nada más y nada menos que 88 edificios religiosos, sino por su vibrante vida artística de ayer y de hoy. En el mundo literario japonés es muy relevante pero también en el del anime, puesto que sirvió de inspiración a Hayao Miyazaki para su irrepetible película El viaje de Chihiro, un film que abrió de par en par las puertas de Europa y América a la cultura moderna japonesa. No en vano, el Dogo Onsen de la ciudad sirvió de modelo para los baños de la película de Miyazaki.

Kanazawa, meca de la artesanía


¿Cuántas veces hemos soñado con tener una máquina del tiempo para poder viajar a cualquier época de la historia y conocer sus secretos de primera mano? Pues se podría decir que Kanazawa es precisamente eso, una ciudad que te permite sumergirte en el exotismo del Japón de la era feudal: samuráis, ‘geishas’, magníficos jardines, castillos, residencias señoriales, famosos espectáculos de ‘nô’ (teatro con elaboradas máscaras), la cocina tradicional… Situada al noroeste de Tokyo, sobre el Mar de Japón, Kanazawa es una urbe con mucha importancia en la historia nipona, habiendo sido sede del clan Maeda, el más poderoso tras los Tokugawa, y tuvo la suerte de librarse de los bombardeos aliados durante la II Guerra Mundial, por lo que conserva prácticamente intacto todo su legado histórico y artístico.

Pero sobre todo, Kanazawa es artesanía y exquisito refinamiento, es cerámica de Kutani y Ohi, lacados Wajima en hojas y polvo de oro, kimonos de seda Kaga-Yuzen… todo ello incluido en una ruta turística diseñada para exprimir todo el jugo de Kanazawa. No en vano, la Unesco designó a Kanazawa como una ciudad perteneciente a la Red de Ciudades de Artesanía y Arte Popular. Kanazawa es una oportunidad de viajar al pasado que no te puedes perder.

Takayama, un viaje al pasado


En cuanto pones un pie en su casco antiguo, la ciudad de Takayama te transporta a una época pretérita, a los tiempos del Japón feudal cuando los samuráis eran una figura prominente de la sociedad nipona. De hecho, parece el escenario ideal para una película de temática medieval de Akira Kurosawa con sus antiguas casas de madera, cuya arquitectura apenas ha cambiado desde el periodo Edo hasta nuestros días, y que gracias a su alineación y su altura uniforme aportan a las calles un belleza linear incomparable. Allí encontrarás decenas de ‘ryokan’ (alojamientos tradicionales), fábricas de ‘sake’, templos y santuarios que hacen de Hida-Takayama, denominación actual para diferenciarla de otras muchas Takayama que hay en el país del Sol Naciente, una parada indispensable en tu recorrido por Japón. Además, Takayama cuenta con uno de los festivales más grandes y hermosos de Japón, el Sanno Matsuri, que se celebra cada año en primavera.

Abashiri, el esplendor natural


Como puerta de entrada al Parque Natural de Shiretoko, reconocido por la Unesco, Abashiri presenta una belleza natural que corta la respiración. Su esplendoroso entorno, su riqueza medioambiental, sus extensiones de flores primarias, sus magníficos lagos, sus espectaculares placas de hielo flotante, que no faltan a su cita invierno tras invierno, o su variada fauna donde destacan especies como el oso o el águila, hacen de esta ciudad situada en la isla Hokkaido una visita indispensable en su recorrido por Japón. 

Además, Abashiri no solo resulta un inmenso placer para la vista, sino también para el paladar, puesto que se puede disfrutar de deliciosos pescados y mariscos durante todo el año. No en vano, esta ciudad en la costa del mar Okhotsk vive de la pesca, del turismo natural y gastronómico.

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